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Hepatitis B aguda: etiología, patogenia, complicaciones y tratamiento




1. Etiología

La hepatitis B es causada por el virus de la hepatitis B, de la familia Hepadnaviridae. Se trata de un virus que contiene ADN en vez de ARN y presenta una estructura pequeña.
El primer marcador detectable es el antígeno de superficie de la hepatitis B (HbsAg), a las 8-12 semanas de la infección, que deja de detectarse con la aparición en suero de anticuerpo contra HbsAg (anti-HBs). Una persona sin esta patología y que presente esos anticuerpos está protegida contra la enfermedad. Otro marcador serológico importante es el antígeno e del virus de la hepatitis B (HbeAg), que aparece de forma simultánea o un poco después que HbsAg y refleja presencia de viriones intactos en la circulación y ADN vírico detectable. Veremos posteriormente que son importantes los anticuerpos contra el antígeno central del virus de la hepatitis B (anti-HBc).

La forma de contagio más conocida es la percutánea (sangre…) pero se han detectado HbsAg en fluidos corporales. Las dos vías de contagio no percutáneas más importantes son las relaciones sexuales y la transmisión perinatal.

2. Patogenia

La existencia de portadores de hepatitis B inactivos sin daño hepático sugiere que este virus no es directamente citopático (que no daña el hígado). Por tanto, la teoría del daño hepático con mayor base experimental es la siguiente: los propios linfocitos T que se encargan de combatir el virus destruyen los hepatocitos infectados por el virus de la hepatitis B.

3. Anatomía patológica

Las lesiones morfológicas de todas las hepatitis virales incluyen: infiltrado panlobulillar de células mononucleares (linfocitos T pequeños principalmente), necrosis de hepatocitos, hiperplasia de células de Kupffer y grados variables de colestasis. Hay regeneración de hepatocitos, que se puede observar por un aumento en las mitosis visibles.

4. Manifestaciones clínicas y de laboratorio

El periodo de incubación de la hepatitis B varía entre 30 y 180 días (8-12 semanas de media). Los síntomas prodrómicos son: anorexia, náuseas, vómitos, fatiga, malestar, artralgias, mialgia, cefalea, fotofobia, faringitis, tos y coriza. Con la aparición de la ictericia, los síntomas prodrómicos disminuyen y el hígado se agranda y se vuelve doloroso. En la fase de recuperación los síntomas prodrómicos cesan, pero puede persistir una ligera hepatomegalia.
En cuanto a los datos de laboratorio, hay elevación de las aminotransferasas séricas (AST, ALT, SGPT) en la fase prodrómica, que precede al aumento de la bilirrubina hasta valores de 85-340μmol/L. Es frecuente que esa cifra se eleve (no por causa de gravedad de la hepatitis) si los pacientes presentan una anemia hemolítica subyacente.
La neutropenia y la linfopenia son transitorias y van seguidas de linfocitosis relativa. Se debe determinar el tiempo de protrombina (PT), ya que un aumento puede poner de manifiesto un trastorno grave de la función de síntesis (de proteínas de coagulación en el hígado), que, a su vez, indica necrosis hepatocelular extensa. Atención a las posibles hipoglucemias por la disminución en las reservas de glucógeno hepático.

En cuanto al análisis serológico para el diagnóstico:

HbsAg*
IgM anti-HAV
IgM anti-HBc*
Diagnóstico
+
-
+
Hepatitis B aguda
+
-
-
Hepatitis B crónica
+
+
-
Hepatitis A aguda superpuesta a hepatitis B crónica
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+
Hepatitis A y B agudas
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+
+
Hepatitis A y B agudas**
-
-
+
Hepatitis B aguda**
(*)Abreviaturas explicadas en el texto (**)HbsAg por debajo del umbral de detección

A pesar de las manifestaciones descritas, el 99% de los pacientes con hepatitis B tienen una evolución favorable.

5. Complicaciones y secuelas

La complicación más temible de la hepatitis viral es la hepatitis fulminante, pero es rara. Se observa predominantemente en hepatitis B (>50% de los casos), pero aparece en D y E (en el resto son % muy pequeños). La combinación del descenso brusco del tamaño del hígado, el aumento rápido de la bilirrubina con prolongación del PT, el descenso de aminotransferasas, la confusión, somnolencia, ascitis y el edema, indica que los pacientes sufren una insuficiencia hepática con encefalopatía.
Una secuela de la hepatitis B aguda es la hepatitis crónica. Los datos de laboratorio que sugieren este hecho son:
  • Ausencia de resolución completa de síntomas (anorexia, hepatomegalia…).
  • Presencia de necrosis en lóbulos en la biopsia.
  • Ausencia de normalización de aminotransferasas, bilirrubina y globulinas en los 6-12 meses, que siguen a la enfermedad aguda.
  • Presencia mantenida de HbeAg >3 meses y de HbsAg >6 meses desde que se inicia la hepatitis aguda.

6. Tratamiento

En la hepatitis B, el 99% de los adultos sanos se recuperan por completo y el tratamiento no aportaría mejoras, pero la mayoría de los expertos recomiendan el uso de antivirales análogos nucleósidos (entecavir o tenofovir).
En cuanto a la profilaxis, se realiza con la administración de la vacuna (no contraindicada en el embarazo). Hay dos vacunas recombinantes: Recombivax-HB y Enferix-B, pero se dispone además de combinaciones con otras vacunas infantiles.
En personas no vacunadas que se exponen al virus, se recomienda profilaxis después de la exposición, con combinación de inmunoglobulina de la hepatitis B (HBIG) y vacuna. En el caso de exposición perinatal de niños nacidos de madres HbsAg positivas, se administrará una dosis de HBIG intramuscular con posterior ciclo de vacunas.

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