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Lesión renal aguda 3: Complicaciones, tratamiento y medidas de sostén


3. Complicaciones


3.1 Uremia

El propio nitrógeno ureico sanguíneo plantear poca toxicidad en concentraciones menores de 100 mg/100 mL. En concentraciones mayores pueden surgir cambios del estado mental y complicaciones hemorrágicas.

3.2 Hipervolemia e hipovolemia

Los resultados de la expansión del volumen extracelular pueden ser aumento de peso, edema en zonas declives, mayor presión venosa yugular y edema pulmonar.

3.3 Hiponatremia

La administración excesiva de soluciones hipotónicas de cristaloides o isotónicas glucosadas puede ocasionar hipoosmolaridad e hiponatremia, las cuales si son graves originan anomalías neurológicas incluidas las convulsiones.

3.4 Hiperpotasemia

Es la complicación más temible. Es de grado intenso en la rabdomiólisis, la hemólisis y el síndrome de lisis tumoral por liberación del potasio del interior de las células lesionadas. El potasio altera el potencial de membrana de células y tejidos cardiacos y neuromusculares. La debilidad muscular puede ser una manifestación. Si no se corrige culmina en arritmias.

3.5 Acidosis

La acidosis metabólica que suele acompañarse de incremento del desequilibrio aniónico es frecuente en lesión renal aguda.

3.6 Hiperfosfatemia e hipocalcemia

La lesión renal aguda puede ocasionar hiperfosfatemia en sujetos con una intensa catabólica por rabdomiólisis, hemólisis o síndrome de lisis tumoral. El depósito metastásico de fosfato de calcio puede causar hipocalcemia. La hipocalcemia relacionada con lesión renal aguda también puede ser resultado de los trastornos en el eje de vitamina D-hormona paratiroidea-factor 23 de crecimiento de fibroblastos. La hipocalcemia origina calambres, convulsiones y, en el EKG, prolongación del intervalo QT.

3.7 Hemorragias

Las complicaciones hematológicas de lesión renal comprenden anemia y hemorragia. Los efectos hematológicos directos de la uremia incluye disminución de la eritropoyesis y disfunción plaquetaria.

3.8 Infecciones

Constituye un factor desencadenante frecuente de lesión renal, pero también son una complicación.

3.9 Complicaciones cardiacas

Son arritmias, pericarditis y derrame pericárdico.

3.10 Desnutrición

La lesión renal aguda es un cuadro hipercatabólico grave, y por tanto, una complicación grave es la desnutrición.

4. Tratamiento


4.1 Hiperazonemia prerenal

Obliga a optimizar la perfusión por riñones. La composición de los líquidos de sustitución debe centrarse en el tipo de líquidos perdidos. La pérdida aguda y grave de sangre debe ser tratada con concentrados eritrocíticos. Se recurrirá en casos de hemorragia menos grave o pérdida del plasma en el caso de quemaduras y pancreatitis a soluciones isotónicas de cristaloides, de coloides o de ambos. Las soluciones de hidroxietilalmidón están contraindicadas. La administración excesiva de cloro en solución salina a 0.9% puede ocasionar acidosis metabólica hiperclorémica. Deben administrarse soluciones que contengan bicarbonato si hay preocupación de que surja acidosis metabólica.
Para llevar a nivel óptimo la función cardíaca se emplean inotrópicos, sustancias que disminuyan la precarga y la postcarga, fármacos antiarrítmicos y dispositivos mecánicos como bombeo con globo intraaórtico.

4.2 Cirrosis y síndrome hepatorrenal

La administración volumétrica excesiva puede empeorar la ascitis y deteriora la función pulmonar en el marco del síndrome hepatorrenal. Por medio del cultivo de líquido ascítico se descartada la posibilidad de peritonitis. La albúmina puede evitar lesión renal aguda en sujetos tratados con antibióticos contra la peritonitis bacteriana espontánea. Entre los tratamientos temporales del síndrome hepatorrenal tenemos la administración de terlipresina (análogo de vasopresina), combinaciones de octreótido (análogo somatostatínico) con midodrina (agonista adrenérgico alfa1) y norepinefrina, en combinación con albúmina intravenosa (25-50 g al día con máximo de 100).

4.3 Lesión renal aguda intrínseca

Se han estudiado algunos fármacos, pero no brindado beneficio.
La lesión renal aguda por glomerulonefritis o vasculitis aguda puede mejorar con inmunodepresores o plasmaféresis. La nefritis intersticial alérgica por fármacos obliga a interrumpir el medicamento. La lesión renal aguda causada por esclerodermia, debe ser tratada con IECA. PTT-síndrome urémico hemolítico (PTT-SUH) debe tratarse con plasmaféresis.
La sustitución volumétrica temprana es indispensable en sujetos con rabdomiólisis. No se cuenta con tratamiento específico contra lesión renal aguda establecida en la rabdomiólisis, salvo la diálisis en casos graves.

4.4 Lesión renal aguda posrenal

La identificación de la corrección inmediata de la obstrucción puede ser mediante nefrostomía o una endoprótesis.

5. Medidas de sostén


5.1 Administración de líquidos

Es necesario restringir la administración de líquidos y Na, y utilizar diuréticos para incrementar la tasa de flujo urinario.
Los diuréticos pueden ayudar a evitar la necesidad de diálisis en algunos casos. En situaciones graves la furosemida en inyección en bolo (200mg) seguida de venoclisis (10-40 mg/h).

5.2 Anomalías de electrolitos y acido-básicas

La acidosis metabólica no se trata salvo que sea grave (pH < 7.20 y nivel de bicarbonato sérico <15 mmol/L). Es importante que la corrección no sea excesiva, por la posibilidad de alcalosis metabólica, hipocalcemia, hipopotasemia y sobrecarga volumétrica. La hiperfosfatemia es frecuente en lesión renal aguda y puede ser tratada si se limita la absorción intestinal de fosfato (acetato de calcio, sevelamer o hidróxido de aluminio). La hipocalcemia no suele necesitar tratamiento a menos que haya síntomas. Cuando hay hipoalbuminemia, debe vigilarse el Ca ionizado, no el Ca total.

5.3 Desnutrición

La nutrición inadecuada puede ocasionar cetoacidosis por inanición y catabólica proteínica. La nutrición excesiva puede aumentar la generación de nitrógeno residual y agravar la hiperazoemia. El consumo de proteína es de: 0.8 a 1.0 g/kg al día en lesión renal aguda no catabólica sin necesidad de diálisis; 1.0 a 1.5 g/Kg en pacientes con diálisis; y hasta un máximo de 1.7 al día si el metabolismo es hipercatabólico. Los oligoelementos y las vitaminas hidrosolubles también deben completarse en tratamientos con diálisis.

5.4 Anemia

No mejora con la estimulación de la eritropoyesis. La hemorragia por uremia puede mejorar con la desmopresina o los estrógenos. Se necesita la profilaxis de trastornos gastrointestinales, y para ello se utilizan IBP o antagonistas de los receptores histamínicos H2. La profilaxis de tromboembolia se realiza con heparina de bajo peso molecular y los inhibidores de factor Xa.

5.5 Indicaciones y modalidades de diálisis

Está indicada si con las medidas médicas no se controla la sobrecarga volumétrica, la hiperpotasemia, la acidosis, en el caso de la ingestión de algunos tóxicos y si surgen complicaciones graves de la uremia. El comienzo de la diálisis si se rebasa un Valor de 100mg/100mL de nitrógeno ureico sanguíneo.

Lesión renal aguda 2: Valoración diagnóstica


2. Valoración diagnóstica


Es posible deducir que hay lesión renal aguda por el incremento de la concentración de creatina sérica. Hay un aumento de 0.3 mg/100 mL en 48 horas o disminución del volumen de orina a 0.5 mL/Kg de peso por hora. Es importante diferenciar entre la lesión renal aguda y las nefropatías crónicas. Es posible obtener datos de estudios radiológicos (riñones pequeños y contraídos o signos de osteodistrofia renal) o de estudios de laboratorio como la anemia normocítica o el hiperparatiroidismo secundario con hiperfosfatemia o hipocalcemia. El incremento importante y persistente de la concentración de creatina sérica en estudios de sangre seriados es una prueba indiscutible de lesión renal aguda.

2.1 Anamnesis exploración física

Habrá que sospechar hiperazoemia pre-renal si la persona presenta vómitos, diarrea, glucosuria que originó poliuria y el consumo de fármacos que incluye diuréticos, antiinflamatorios no esteroideos, IECA y ARA II. Hipotensión ortostática, taquicardia, turgencia cutánea y así como sequedad de las mucosas son elementos que se identifican en la hiperazoemia renal. El antecedente de enfermedad de próstata, nefrolitiasis, un cáncer pélvico o para-aórtico sugeriría la posibilidad de lesión renal aguda pos-renal. El dolor de tipo cólico en el flanco que irradia a la ingle sugiere obstrucción aguda de uréteres. En la afectación de la próstata se observan nicturia, polaquiuria o dificultad para comenzar la micción. La sensación de plétora abdominal y el dolor suprapúbico acompañan a veces a la nefromegalia. Para el diagnóstico definitivo utilizar métodos radiológicos. Hay que ajustar la dosis de los fármacos administrados. Las reacciones a diversos medicamentos pueden culminar en nefritis intersticial alérgica. La lesión renal aguda acompañada de púrpura palpable, hemorragia pulmonar o sinusitis, plantea la posibilidad de vasculitis sistémica, con glomerulonefritis.

2.2 Signos en orina

Anuria es poco común salvo en obstrucción, choque séptico, isquemia grave o glomerulonefritis. Hay disminución en diuresis en lesión grave. La diuresis persistente se observa en la diabetes insípida nefrógena que es característica de la obstrucción vieja de vías urinarias, de enfermedad tubulointersticial o de la nefrotoxicidad. La orina roja o parda puede surgir como hematuria manifiesta o sin ella, si el color persiste en la capa sobrenadante después de centrifugación habrá que sospechar de nefropatía por pigmento (por rabdomiólisis o hemolisis).
Si no hay proteinuria preexistente por nefropatía crónica, la lesión renal aguda derivada de isquemia por nefrotóxicos causa proteinuria leve. La proteinuria de mayor intensidad sugiere daño de la barrera de ultrafiltración glomerular o la excreción de cadenas ligeras (no es detectado con las tiras corrientes se debe recurrir a inmunoelectroforesis). La hiperazoemia pre-renal puede presentarse con cilindros hialinos. La lesión renal aguda pos-renal también puede manifestar hematuria y piuria. Detectar cristales de oxalato denota signos de toxicidad por etilenglicol. En el síndrome de lisis tumoral a veces se detectan abundantes cristales de ácido úrico.  

2.3 Datos de los estudios de sangre

La hiperazoemia pre-renal origina incrementos menores de creatina, que vuelven a nivel basal cuando hay mejoría del estado hemodinámico. La anemia es frecuente en lesión renal aguda. La anemia intensa sin que exista hemorragia puede indicar la presencia de hemólisis, mieloma múltiple o microangiopatía trombotica.
La lesión renal aguda a menudo ocasiona hiperpotasemia, hiperfosfatemia e hipocalcemia. Sin embargo, la hiperfosfatemia importante, junto con la hipocalcemia, sugiere rabdomiólisis o el síndrome de lisis tumoral. En la rabdomiólisis aumenta la creatina fosfocinasa y acido úrico sérico, sin embargo, en el síndrome de lisis tumoral las concentraciones de creatina cinasa son normales y al aumento extraordinario del nivel de acido úrico sérico.

2.4 Índices de insuficiencia renal

La hiperazoemia puede ocasionar un incremento desproporcionado de nitrógeno ureico sanguíneo. Otras causas de un incremento desproporcionado pueden ser hemorragia de tubo digestivo alto, hiperalimentación, mayor catabolia hística y glucocorticoides.
La excreción fraccionada de Na en hiperazoemia prerenal puede estar por debajo del 1%, en individuos como nefropatía crónica por encima del 1%. También en lesión renal aguda de origen isquémico  la cifra suele rebasar el 1%, y ello se debe al daño tubular y la incapacidad resultante para reabsorber Na.

2.5 Valoración radiológica

Se pueden realizar con ecografía renal o tomografía computarizada para buscar obstrucción. Si a pesar de ser negativa persiste un alto índice de sospecha se realiza la pielografía anterógrada o retrógrada. La nefromegalia sugiere la posibilidad de nefropatía diabética, nefropatía por VIH, enfermedades infiltrantes o, en ocasiones, nefritis intersticial aguda. No realizar resonancia magnética con fármacos de contraste a base de gadolinio.

2.6 Biopsia de riñón

Habrá que pensar en glomerulonefritis, vasculitis, nefritis intersticial, riñón con mieloma, púrpura trombocitopénica trombótica (PTT), síndrome urémico hemolítico y disfunción del aloinjerto.

2.7 Biomarcadores nuevos

La molécula-1 de lesión renal (KIM-1) es expresada en forma abundante en células de la porción proximal del túbulo, lesionadas por isquemia por nefrotoxinas como el cisplatino.
La lipocalina vinculada con la gelatinasa de neutrófilos (NGAL) (lipocalina-2) es una proteína que puede tener efectos histoprotectores en el tubo proximal. Después de inflamación y de lesión renal aumenta de manera extraordinaria la cantidad de lipocalina-2 y se detecta en el plasma y en la orina.
Otros posibles biomarcadores de lesión renal aguda son la interleucina 18 que puede mediar la lesión tubular proximal isquémica.

Enlace O-glucosídico


El enlace O-glucosídico es un enlace covalente que se produce entre dos monosacáridos. Se forma entre el grupo hidroxilo (alcohol) del carbono anomérico de un monosacárido y el grupo hidroxilo de otro monosacárido, pudiendo este ser el carbono anomérico o no. Es decir, se forma un grupo acetal a partir de la reacción de un grupo hemiacetal/hemicetal y un grupo alcohol.  En este proceso se produce la liberación de una molécula de agua, por lo que es un enlace por condensación. El compuesto resultante pasa a llamarse glucósido.


Que el disacárido resultante tenga poder reductor o no, depende de si tiene libre un carbono anomérico. La presencia de un carbono anomérico libre (enlace monocarbonílico) dará a la molécula poder reductor, mientras que sino está libre (enlace dicarbonílico) no tendrá poder reductor. El extremo de la cadena que contiene el carbono anomérico libre se conoce como extremo reductor.


¿Cómo se nombran los disacáridos?
Existen ciertas reglas para nombrarlos:
  • El enlace es α o β dependiendo de la configuración del primer monosacárido (izquierda).
  • Se nombra el monosacárido no reductor (izquierda). Se inserta el infijo “-furan-” en anillo de 5 lados y “-piran-” en anillo de 6 lados.  Se inserta el sufijo “-osil”.
  • Ahora se señalan los dos átomos de carbono unidos por el enlace glucosídico. Se indican entre paréntesis y los números se conectan con una flecha. Ej: (1à4)
  • Se nombra el segundo monosacárido (que puede ser reductor o no) usando el infijo correspondiente. Los sufijos que debes utilizar son: “-ósido” en enlace dicarbonílico y “osa” en enlace monocarbonílico.

Por ejemplo, la maltosa es: 
α-D-glucopiranosil-(1à4)-D-glucopiranosa

Atención a la sacarosa: 
β-D-fructofuranosil-(2à1)-α-D-glucopiranósido o α-D-glucopiranosil-(1à2)- β-D-fructofuranósido

Ambos monosacáridos tienen su carbono anomérico unido, por lo que en ambos casos se debe especificar si es α o β.

Infección por virus Epstein-Barr (Mononucleosis)



El virus Epstein-Barr es el agente causal de la mononucleosis infecciosa, que se caracteriza por fiebre, faringitis, adenopatías y linfocitosis atípica. La mononucleosis también se asocia con ciertos tumores como el carcinoma nasofaríngeo o el linfoma de Burkitt. Este virus pertenece a la familia de Herpesvirus.
El contagio se produce mediante las secreciones bucales (por besos), pero también se han encontrado casos por transfusión sanguínea o trasplante de médula ósea.

1. Patogenia

El virus infecta el epitelio de la bucofaringe y de las glándulas salivales y luego se disemina por la circulación sanguínea. Hay descenso de linfocitos  T CD4+ y aumento de linfocitos T CD8+. Hay que decir que el reservorio del virus se encuentra en los linfocitos B de memoria. En la fase inicial de la infección, los linfocitos T supresores, los citolíticos y los T citotóxicos son los que controlan la proliferación de linfocitos B infectados.

2. Manifestaciones clínicas

La mayor parte de los niños y lactantes tienen infecciones asintomáticas o con una leve faringitis. Sin embargo, el 75% de los adolescentes con infección desarrollan mononucleosis. El periodo prodrómico (incubación de 4 a 6 semanas) con fatiga y malestar general puede preceder a la fiebre, adenopatías y faringitis. Estas dos últimas manifestaciones predominan durante las dos primeras semanas, pero durante la segunda y tercera puede aparecer esplenomegalia. En el 5% de los casos aparece exantema morbiliforme o papuloso en brazos y tronco.
Los síntomas suelen durar de 2 a 4 semanas, pero cerca del 10% de los pacientes presentan fatiga durante más de 6 meses.

3. Datos de laboratorio

Hay elevación en leucocitos en la segunda o tercera semana y alteración en la función hepática con elevación de aminotransferasas y de fosfatasa alcalina. El 40% tendrán elevación en la concentración sérica de bilirrubina.

4. Complicaciones

La mayoría de los casos tienen curación espontánea, pero puede haber complicaciones en el SNC (meningitis, encefalitis, ataxia cerebelosa, hemiplejia aguda…), rotura esplénica (<0,5% casos), obstrucción de vías aéreas altas (por hipertrofia del tejido linfoide) o sobreinfección bacteriana.
En el 2% de los casos aparece anemia hemolítica autoinmunitaria. Otras complicaciones son hepatitis, miocarditis, pericarditis, neumonía con derrame pleural…

5. Otras enfermedades por el virus Epstein-Barr

Se ha relacionado este virus con la enfermedad linfoproliferativa en pacientes con inmunodeficiencia congénita o adquirida, debido a que los linfocitos B infectados proliferan e infiltran los ganglios linfáticos y múltiples órganos.
También se ha relacionado con neoplasias malignas como el linfoma de Burkitt (15% de los casos son por este virus), carcinoma nasofaríngeo anaplásico y enfermedad de Hodgkin.

6. Diagnóstico

Se utiliza la prueba heterófila (detecta anticuerpos), pero hay que tener en cuenta que estos anticuerpos no suelen ser detectables en niños menores de 5 años ni en ancianos. Otro marcador que se utiliza es el anticuerpo IgM frente al antígeno de cápside viral.
Otros estudios de detección de ADN, ARN o proteínas del virus han sido útiles para relacionar este microorganismo con neoplasias malignas.
Debes saber que cerca del 10% de las mononucleosis se deben al Citomegalovirus, que causa mononucleosis heterófila-negativa.

7. Tratamiento

Va enfocado a medidas de sostén, con reposo y analgesia. Se debe evitar ejercicio físico excesivo durante el primer mes, por riesgo de rotura esplénica.
La prednisona se utiliza para la prevención de la obstrucción de la vía aérea en pacientes con hipertrofia de amígdalas grave o para la anemia hemolítica autoinmune.
El aciclovir no ha tenido un impacto significativo, mientras que el tratamiento dirigido a reducir la inmunosupresión (con anticuerpos contra CD20 (rituximab)) ha sido efectivo en algunos casos.
En cuanto a la prevención, una vacuna dirigida contra la principal proteína del virus ha reducido la frecuencia de mononucleosis, pero no de infección asintomática.

Lesión renal aguda 1: Etiología y fisiopatología

Por costumbre se han dividido las causas de lesión renal aguda en tres categorías generales: hiperazoemia prerrenal (1.), enfermedad intrínsica del parénquima renal (2.) y obstrucción posrenal (3.).
*Entre paréntesis se incluye la división del resumen.

1. Hiperazoemia prerrenal

Es la forma más común de lesión renal aguda (LRA). Hay incremento de la concentración de creatinina sérica o de nitrógeno ureico sanguíneo, por el flujo plasmático renal insuficiente y por la presión hidrostática intraglomerular que no basta para apoyar la filtración glomerular normal. Los cuadros clínicos más frecuentes que se acompañan de LRA son hipovolemia y disminución del gasto cardíaco.  Lapsos largos de hiperazoemia causan daño isquémico denominado necrosis tubular aguda. Hay cambios fisiológicos compensadores.
Como respuesta al descenso de volumen circulante eficaz o gasto cardíaco, hay constricción de vasos renales y resorción de Na+ y agua para conservar la presión arterial e incrementar el volumen intramuscular y así conservar la perfusión a los vasos cerebrales y coronarios. Los mediadores son la angiotensina II, noradrenalina y vasopresina. La biosíntesis intrarrenal de prostaglandinas vasodilatadoras (PGE y prostaciclina), calicreína, cinina y posiblemente óxido nítrico, también intensifican la respuesta a la tensión baja de perfusión renal, para conservar la perfusión glomerular. Estos mecanismos tienen un límite de capacidad en un entorno de hipotensión sistémica ya que, valores por debajo de 80mmHg dejan anulada la auto-regulación.
La aterosclerosis, la hipertensión prolongada y la senectud culminan en hialinosis e hiperplasia de la mioíntima, lo que ocasiona estenosis estructural de las arteriolas intrarrenales y una menor capacidad de dilatación de los vasos renales aferentes. Los IECA y los ARA II limitan la constricción de los vasos eferentes, que es necesaria para conservar la tasa de filtrado glomerular. Los AINEs + IECA o ARA II conllevan un riesgo muy alto para hiperazoemia prerrenal.
Muchas personas con cirrosis hepática avanzada muestran un perfil hemodinámico peculiar que se asemeja al de la hiperazonemia prerrenal a pesar de que su volumen corporal total muestre sobrecarga. La LRA puede ser una complicación de esta situación por agotamiento volumétrico y peritonitis bacteriana espontánea.

2. LRA intrínseca

Las causas más frecuentes son septicemia (2.1), isquemia (2.2) y nefrotoxinas (2.3) (endógenas y exógenas). En muchos casos la hiperazoemia evoluciona y llega a daño tubular (necrosis tubular aguda).

2.1 Lesión por septicemia

En ocasiones se produce una disminución de la filtración glomerular por una septicemia. Es posible que los mecanismos que operen sea el exceso de dilatación de la arteriola eferente o vasoconstricción renal por la activación del sistema nervioso simpático, el sistema de renina-angiotensina-aldosterona, vasopresina y endotelina. La septicemia puede ocasionar daño endotelial que origina trombosis microvascular, activación de especies reactivas de oxígeno y, adhesión y migración leucocítica. Todos estos factores pueden dañar las células tubulares.

2.2 Lesión por isquemia

Los riñones sanos reciben el 20% del gasto cardiaco y explican el 10% del consumo de oxígeno, con una masa del 0.5%. Los riñones también tienen de una de las regiones más hipóxicas  del organismo, que es la médula renal. La porción externa de dicha capa es muy vulnerable al daño isquémico, por la arquitectura de los vasos sanguíneos que aportan oxígeno. A nivel clínico, la LRA suele surgir cuando aparece isquemia en una situación en la cual los riñones ya están algo “desgastados” (como el caso de una nefropatía crónica o ancianidad) o coexisten factores como la septicemia, fármacos vasoactivos o nefrotóxicos, rabdomiólisis y estados de inflamación sistémica, que aparecen en casos de quemaduras y pancreatitis.
2.2.1 LRA en el post-operatorio
Aparece en operaciones con hemorragias importantes e hipotensión transoperatoria. El uso de nefrotóxicos, como los medios de contrastes yodados para estudios de imagen del corazón antes de la cirugía puede agravar el riesgo de que surja lesión renal. En cuanto a la circulación extrapulmonar de larga duración, es un factor de riesgo para lesión renal. Además del daño isquémico por la hipoperfusión prolongada, la circulación extracorpórea puede ocasionar lesión renal por mecanismos que incluye activación de leucocitos y procesos inflamatorios por pigmentos y daño aórtico con ateroémbolos resultantes.
2.2.2 Quemaduras y pancreatitis aguda
Las pérdidas extensas de líquidos en su paso a los compartimentos extravasculares del cuerpo son muy frecuentes en casos de quemaduras graves y pancreatitis aguda. Además de la hipovolemia intensa que origina disminución del gasto cardiaco e intensificación de la activación neurohormonal, las quemaduras y la pancreatitis aguda originan inflamación no regulada y un mayor riesgo de septicemia y de lesión pulmonar aguda, cuadros que pueden facilitar la aparición y la evolución de LRA. Las personas a quienes administran líquidos en forma masiva por traumatismos, quemaduras y pancreatitis aguda también terminan por mostrar el síndrome del compartimiento abdominal en que las presiones intraabdominales extraordinariamente grandes, que suele rebasar 20 mmHg, comprimen la vena renal y disminuyen la filtración glomerular.
2.2.3 Enfermedades de vasos finos que culminan en isquemia
Las causas de LRA en este campo son las microangiopatías trombóticas [síndrome de anticuerpos contra fosfolípidos, nefritis postradiación, nefroesclerosis maligna y púrpura trombocitopénica trombótica/síndrome urémico hemolítico (TTP-HUS)], esclerodermia y enfermedad ateroembólica. Entre las enfermedades de vasos de gran calibre que acompañan a la LRA, están disección de arteria renal, tromboembolia, trombosis y compresión o trombosis de la vena renal.

2.3 LRA por nefrotoxinas

El riñón tiene una susceptibilidad muy alta a la toxicidad por la perfusión sanguínea. La hipoalbuminemia también agrava el riesgo de que surjan algunas formas de lesión renal, causada por las concentraciones mayores del fármaco libre en la circulación.
2.3.1 Medios de contraste
Los medios de contraste agravan de manera extraordinaria una nefropatía crónica, en particular la de origen diabético. La evolución clínica más frecuente de la nefropatía por medio de contraste se caracteriza por incremento del nivel de depuración de creatina y comienza 24 a 48 horas después de la exposición. La nefropatía por medio de contraste aparece cuando se combinan varios factores:
  1. Hipoxia en la capa externa de la médula renal por perturbaciones en microcirculación renal y oclusión de vasos finos.
  2. Daño citotóxico o generación de radicales de oxígeno libre, en particular cuando aumenta mucho la concentración del fármaco de contraste dentro del túbulo.
  3. Obstrucción tubular transitoria con precipitación de medios de contraste.
2.3.2 Antibióticos
Los aminoglucósidos y la anfotericina B causan necrosis tubular. Los aminoglucósidos se filtran libremente a través de glomérulo y luego se acumulan en el interior de la corteza renal, sitio en que sus concentraciones pueden rebasar enormemente las del plasma (un signo frecuente es la hipomagnesemia). Entre las manifestaciones clínicas de la nefrotoxicidad por anfotericina B están poliuria, hipomagnesemia, hipocalcemia y acidosis metabólica sin desequilibrio aniónico. El aciclovir se precipita en los túbulos. La LRA como consecuencia de nefritis intersticial aguda surge a veces como consecuencia ante el uso de algunos antibióticos como penicilinas, cefalosporinas, quinolonas, sulfonamidas y rifampicina.
2.3.3 Quimioterapeuticos
El cisplatino y el carboplatino se acumulan en zona proximal de los túbulos y causa necrosis y apoptosis. La hidratación intensiva ha disminuido la incidencia de nefrotoxicidad por estos medicamentos. La ifosfamida puede ocasionar síndrome de Fanconi.
2.3.4 Ingestión de productos tóxicos
El etilenglicol está presente en el anticongelante y produce lesión tubular directa.
2.3.5 Toxinas endógenas
La lesión renal aguda puede ser causada por diversos compuestos endógenos como mioglobina, hemoglobina, acido úrico y cadenas ligeras de mieloma. La mioglobina surge durante la hemólisis masiva que culmina en la nefropatía por pigmento. La rabdomiólisis puede ser consecuencia de aplastamiento traumático, de isquemia muscular, ejercicio excesivo, insolación o hipertermia maligna, infecciones o metabolopatías. En el síndrome de lisis tumoral aparece liberación masiva de acido úrico, hiperpotasemia e hiperfosfatemia.

3. LRA de tipo posrenal

Aparece cuando el bloqueo agudo, parcial o total de la corriente de orina. La obstrucción del cuello de la vejiga es una causa frecuente de lesión renal aguda y puede ser causada por trastornos de la próstata, vejiga neurógena o administración de anticolinérgicos. La obstrucción de uréteres surge por un bloqueo intraluminal, infiltración de la pared de los uréteres o compresión externa. El incremento de las presiones intratubulares provoca una respuesta fisiológica. Hay constricción de vasos intrarrenales que surge por la generación de angiotensina II, tromboxanos A2 y vasopresina, por lo tanto hay una disminución de la filtración glomerular.

Núcleo celular 2: Renovación celular

Las células somáticas pueden clasificarse según su actividad mitótica, evaluada a partir del número de metafases, mediante estudios autorradiográficos o con un gran aumento en el microscopio óptico.


Con el uso de dichos métodos las poblaciones celulares pueden clasificarse en:


  • Estáticas: compuestas por células que ya no se dividen, como por ejemplo las del músculo esquelético y cardíaco. En circunstancias específicas algunas pueden entrar en división mitótica, por ejemplo las del músculo cardíaco.
  • Estables: compuestas por células que se dividen episódica y lentamente, para mantener una estructura normal de tejidos y órganos, como por ejemplo las células endoteliales, los fibroblastos, células musculares lisas…
  • Renovables: compuestas por células que sufren división mitótica regularmente, aunque ésta puede realizarse lenta (células musculares lisas de los órganos huecos, células epiteliales del cristalino…) o rápidamente (células sanguíneas, fibroblastos de la dermis...)

Infecciones por los virus Ébola y de Marburgo



Algunos virus de la familia Filoviridae causan fiebres hemorrágicas potencialmente mortales. Estos virus son muy infectantes, pero no muy contagiosos, ya que la transmisión debe ser de manera directa o por exposición a líquidos o a tejidos corporales infectados. La infección avanza con rapidez provocando un cuadro similar a la gripe, pero finaliza con manifestaciones hemorrágicas que culminan en disfunción de múltiples órganos y choque. Las medidas en estos pacientes son de apoyo, ya que no existe tratamiento.

1. Etiología

La familia Filoviridae tiene tres géneros: Cuevavirus, Ebolavirus y Marburgvirus. Dentro de los ebolavirus, cuatro de ellos son infectantes: virus de Bundibugyo, del Ébola, del Sudán y del Bosque Taï. Dentro de los marburgvirus tenemos: virus de Marburgo y virus de Ravn.
Los brotes de estos virus guardan relación con las situaciones meteorológicas y geográficas precisas. Los cuatro ebolavirus son endémicos en bosques húmedos y lluviosos. La mortalidad ronda el 40%.

2. Patogenia

Hay una supresión notable del sistema inmunitario. Los primeros objetivos de los filoviriones son los macrófagos, monocitos y las células dendríticas locales. La inmunosupresión ocurre en parte por el agotamiento masivo linfoide, y hace que los pacientes sean más propensos a infecciones bacterianas y micóticas secundarias.
También hay alteración de la coagulación y deterioro de la integridad vascular. La coagulación intravascular diseminada es la causa del desequilibrio en el sistema de coagulación. Es común encontrar trombocitopenia, mayores concentraciones de productos de degradación de fibrina (dímero-D) y concentraciones decrecientes de proteína C. La consecuencia son infartos necróticos o hipóxicos.
Otros signos son: petequias, equimosis y derrames viscerales extensos.

3. Manifestaciones clínicas

No se puede diferenciar la infección de ambos virus mediante observación. El periodo de incubación varía de 3 a 25 días. La infección tiene una primera fase que se asemeja a un cuadro gripal y una segunda fase que abarca el tubo digestivo (diarrea, dolor abdominal…), aparato respiratorio (tos, dolor torácico), sistema vascular (hipotensión, edema) y sistema nervioso centrar (confusión, coma…).
En cuanto a los datos de laboratorio hay leucopenia con desplazamiento a la izquierda antes de la leucocitosis, trombocitopenia, mayores concentraciones de enzimas hepáticas y pancreáticas, hipopotasemia, hipoproteinemia, incremento de las concentraciones de creatinina y urea y prolongación del TP.
Por lo general las personas fallecen a los 14 días y, si sobreviven, quedan secuelas.

4. Diagnóstico

Se deben descartar infecciones que simulan la clínica: paludismo falciparum, fiebre tifoidea, enteritis por Escherichia coli enterohemorrágica, septicemia por gram-negativos o por meningococos, la rickettsiosis, la hepatitis viral fulminante, la leptospirosis, el sarampión y otras (fiebre amarilla…).
Se deben considerar otros procesos como picaduras de serpiente, intoxicación por warfarina…
Los métodos diagnósticos incluyen reacción en cadena de la polimerasa con transcripción inversa y el enzimoinminoanálisis (ELISA).

5. Tratamiento

Las medidas de apoyo van dirigidas a controlar la tensión arterial, la fuga vascular en el árbol circulatorio sistémico, la coagulación intravascular diseminada, las hemorragias, la insuficiencia renal aguda y el desequilibrio de electrolitos.

Existe una vacuna experimental llamada VSV-EBOV que se está probando ya en humanos.