*Entre paréntesis se incluye la
división del resumen.
1. Hiperazoemia prerrenal
Es la forma más común de lesión
renal aguda (LRA). Hay incremento de la concentración de creatinina sérica o de nitrógeno ureico sanguíneo, por el
flujo plasmático renal insuficiente y por la presión hidrostática
intraglomerular que no basta para apoyar la filtración glomerular normal. Los
cuadros clínicos más frecuentes que se acompañan de LRA son hipovolemia y
disminución del gasto cardíaco. Lapsos
largos de hiperazoemia causan daño isquémico denominado necrosis tubular aguda.
Hay cambios fisiológicos compensadores.
Como respuesta al descenso de
volumen circulante eficaz o gasto cardíaco, hay constricción de vasos renales y
resorción de Na+ y agua para conservar la presión arterial e
incrementar el volumen intramuscular y así conservar la perfusión a los vasos
cerebrales y coronarios. Los mediadores son la angiotensina II, noradrenalina y
vasopresina. La biosíntesis intrarrenal de prostaglandinas vasodilatadoras (PGE
y prostaciclina), calicreína, cinina y posiblemente óxido nítrico, también
intensifican la respuesta a la tensión baja de perfusión renal, para conservar
la perfusión glomerular. Estos mecanismos tienen un límite de capacidad en un
entorno de hipotensión sistémica ya que, valores por debajo de 80mmHg dejan
anulada la auto-regulación.
La aterosclerosis, la
hipertensión prolongada y la senectud culminan en hialinosis e hiperplasia de
la mioíntima, lo que ocasiona estenosis estructural de las arteriolas
intrarrenales y una menor capacidad de dilatación de los vasos renales
aferentes. Los IECA y los ARA II limitan la constricción de los vasos
eferentes, que es necesaria para conservar la tasa de filtrado glomerular. Los
AINEs + IECA o ARA II conllevan un riesgo muy alto para hiperazoemia prerrenal.
Muchas personas con cirrosis
hepática avanzada muestran un perfil hemodinámico peculiar que se asemeja al de
la hiperazonemia prerrenal a pesar de que su volumen corporal total muestre
sobrecarga. La LRA puede ser una complicación de esta situación por agotamiento
volumétrico y peritonitis bacteriana espontánea.
2. LRA intrínseca
Las causas más frecuentes son septicemia (2.1), isquemia (2.2) y nefrotoxinas
(2.3) (endógenas y exógenas). En muchos casos la hiperazoemia evoluciona y
llega a daño tubular (necrosis tubular aguda).
2.1 Lesión por septicemia
En ocasiones se produce una
disminución de la filtración glomerular por una septicemia. Es posible que los
mecanismos que operen sea el exceso de dilatación
de la arteriola eferente o vasoconstricción renal por la activación del
sistema nervioso simpático, el sistema de renina-angiotensina-aldosterona,
vasopresina y endotelina. La septicemia puede ocasionar daño endotelial que
origina trombosis microvascular, activación de especies reactivas de oxígeno y,
adhesión y migración leucocítica. Todos estos factores pueden dañar las células
tubulares.
2.2 Lesión por isquemia
Los riñones sanos reciben el 20%
del gasto cardiaco y explican el 10% del consumo de oxígeno, con una masa del
0.5%. Los riñones también tienen de una de las regiones más hipóxicas del organismo, que es la médula renal. La
porción externa de dicha capa es muy vulnerable al daño isquémico, por la
arquitectura de los vasos sanguíneos que aportan oxígeno. A nivel clínico, la LRA
suele surgir cuando aparece isquemia en una situación en la cual los riñones ya
están algo “desgastados” (como el caso de una nefropatía crónica o ancianidad)
o coexisten factores como la septicemia, fármacos vasoactivos o nefrotóxicos,
rabdomiólisis y estados de inflamación sistémica, que aparecen en casos de
quemaduras y pancreatitis.
2.2.1 LRA en el post-operatorio
Aparece en operaciones con
hemorragias importantes e hipotensión transoperatoria. El uso de nefrotóxicos,
como los medios de contrastes yodados para estudios de imagen del corazón antes
de la cirugía puede agravar el riesgo de que surja lesión renal. En cuanto a la
circulación extrapulmonar de larga duración, es un factor de riesgo para lesión
renal. Además del daño isquémico por la hipoperfusión prolongada, la
circulación extracorpórea puede ocasionar lesión renal por mecanismos que
incluye activación de leucocitos y
procesos inflamatorios por pigmentos y daño aórtico con ateroémbolos
resultantes.
2.2.2 Quemaduras y
pancreatitis aguda
Las pérdidas extensas de líquidos
en su paso a los compartimentos extravasculares del cuerpo son muy frecuentes
en casos de quemaduras graves y pancreatitis aguda. Además de la hipovolemia
intensa que origina disminución del gasto cardiaco e intensificación de la
activación neurohormonal, las quemaduras y la pancreatitis aguda originan inflamación no regulada y un mayor
riesgo de septicemia y de lesión pulmonar aguda, cuadros que pueden facilitar
la aparición y la evolución de LRA. Las personas a quienes administran líquidos
en forma masiva por traumatismos, quemaduras y pancreatitis aguda también terminan
por mostrar el síndrome del
compartimiento abdominal en que las presiones intraabdominales
extraordinariamente grandes, que suele rebasar 20 mmHg, comprimen la vena renal
y disminuyen la filtración glomerular.
2.2.3 Enfermedades de vasos
finos que culminan en isquemia
Las causas de LRA en este campo
son las microangiopatías trombóticas
[síndrome de anticuerpos contra fosfolípidos, nefritis postradiación,
nefroesclerosis maligna y púrpura trombocitopénica trombótica/síndrome urémico
hemolítico (TTP-HUS)], esclerodermia
y enfermedad ateroembólica. Entre
las enfermedades de vasos de gran calibre que acompañan a la LRA, están disección de arteria renal, tromboembolia, trombosis y compresión o
trombosis de la vena renal.
2.3 LRA por nefrotoxinas
El riñón tiene una
susceptibilidad muy alta a la toxicidad por la perfusión sanguínea. La hipoalbuminemia también agrava el
riesgo de que surjan algunas formas de lesión renal, causada por las
concentraciones mayores del fármaco libre en la circulación.
2.3.1 Medios de contraste
Los medios de contraste agravan
de manera extraordinaria una nefropatía crónica, en particular la de origen
diabético. La evolución clínica más frecuente de la nefropatía por medio de
contraste se caracteriza por incremento del nivel de depuración de creatina y
comienza 24 a 48 horas después de la exposición. La nefropatía por medio de
contraste aparece cuando se combinan varios factores:
- Hipoxia en la capa externa de la médula renal por perturbaciones en microcirculación renal y oclusión de vasos finos.
- Daño citotóxico o generación de radicales de oxígeno libre, en particular cuando aumenta mucho la concentración del fármaco de contraste dentro del túbulo.
- Obstrucción tubular transitoria con precipitación de medios de contraste.
2.3.2 Antibióticos
Los aminoglucósidos y la anfotericina
B causan necrosis tubular. Los aminoglucósidos se filtran libremente a
través de glomérulo y luego se acumulan en el interior de la corteza renal,
sitio en que sus concentraciones pueden rebasar enormemente las del plasma (un
signo frecuente es la hipomagnesemia). Entre las manifestaciones clínicas de la
nefrotoxicidad por anfotericina B están poliuria, hipomagnesemia, hipocalcemia
y acidosis metabólica sin desequilibrio aniónico. El aciclovir se precipita en los túbulos. La LRA como consecuencia de
nefritis intersticial aguda surge a veces como consecuencia ante el uso de
algunos antibióticos como penicilinas,
cefalosporinas, quinolonas, sulfonamidas
y rifampicina.
2.3.3 Quimioterapeuticos
El cisplatino y el carboplatino
se acumulan en zona proximal de los túbulos y causa necrosis y apoptosis. La
hidratación intensiva ha disminuido la incidencia de nefrotoxicidad por estos
medicamentos. La ifosfamida puede
ocasionar síndrome de Fanconi.
2.3.4 Ingestión de productos
tóxicos
El etilenglicol está presente en el anticongelante y produce lesión
tubular directa.
2.3.5 Toxinas endógenas
La lesión renal aguda puede ser
causada por diversos compuestos endógenos como mioglobina, hemoglobina,
acido úrico y cadenas ligeras de mieloma. La mioglobina surge durante la
hemólisis masiva que culmina en la nefropatía por pigmento. La rabdomiólisis
puede ser consecuencia de aplastamiento traumático, de isquemia muscular,
ejercicio excesivo, insolación o hipertermia maligna, infecciones o
metabolopatías. En el síndrome de lisis tumoral aparece liberación masiva de
acido úrico, hiperpotasemia e hiperfosfatemia.
3. LRA de tipo posrenal
Aparece cuando el bloqueo agudo,
parcial o total de la corriente de orina. La obstrucción del cuello de la vejiga es una causa frecuente de
lesión renal aguda y puede ser causada por trastornos de la próstata, vejiga
neurógena o administración de anticolinérgicos. La obstrucción de uréteres surge
por un bloqueo intraluminal, infiltración de la pared de los uréteres
o compresión externa. El incremento
de las presiones intratubulares provoca una respuesta fisiológica. Hay
constricción de vasos intrarrenales que surge por la generación de angiotensina
II, tromboxanos A2 y vasopresina, por lo tanto hay una disminución de la
filtración glomerular.
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