La sífilis es una infección de transmisión sexual (ITS) causada por la bacteria Treponema pallidum. Se transmite principalmente a través del contacto sexual directo, incluyendo el sexo vaginal, anal u oral sin protección con una persona infectada. También puede transmitirse de madre a hijo durante el embarazo o el parto.
La sífilis se presenta en diferentes etapas y puede tener una variedad de síntomas, aunque en algunas etapas puede ser asintomática. Se suele dividir en cuatro etapas: primaria, secundaria, latente y terciaria.
En la etapa primaria, suele aparecer una úlcera indolora llamada chancro en el lugar de entrada de la bacteria, como los genitales, el ano o la boca. Esta úlcera puede sanar sin tratamiento, pero la infección continúa en el cuerpo.
En la etapa secundaria, que ocurre semanas o meses después de la etapa primaria, pueden aparecer erupciones cutáneas, lesiones en las mucosas, fiebre, inflamación de los ganglios linfáticos, dolor de garganta, dolores musculares y fatiga. Estos síntomas también pueden desaparecer sin tratamiento, pero la enfermedad sigue progresando.
La etapa latente es cuando no hay síntomas visibles y la bacteria permanece en el cuerpo.
En la etapa terciaria, que puede desarrollarse en algunos casos si la sífilis no se trata adecuadamente, pueden ocurrir complicaciones graves que afectan el corazón, el cerebro, los vasos sanguíneos y otros órganos. Estas complicaciones pueden ser potencialmente mortales.
El diagnóstico de la sífilis se basa en pruebas de laboratorio, como análisis de sangre que detectan anticuerpos contra la bacteria Treponema pallidum.
El tratamiento de la sífilis generalmente implica el uso de antibióticos, como la penicilina, que es efectiva en todas las etapas de la enfermedad. La prevención de la sífilis se basa en el uso de condones durante el contacto sexual y en el monitoreo regular de las ITS, especialmente en aquellas personas sexualmente activas o que tienen múltiples parejas sexuales.
Es importante buscar atención médica si se sospecha de una infección de sífilis o si se ha tenido contacto sexual sin protección con una persona infectada. Un diagnóstico temprano y un tratamiento adecuado son fundamentales para prevenir complicaciones graves y detener la propagación de la enfermedad.